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Café, placer y salud.


El café aviva las sensaciones y acrecienta el placer de una buena compañía. Detrás de cada taza se oculta una promesa de dinamismo. En todos los rincones del mundo legiones de cafetómanos recurren a diario a sus virtudes tonificantes. Es euforizante, conciliador y convierte las pausas en minutos de esparcimiento. No engorda, no es tóxico y no produce hábito. Es una bebida estimulante que produce placer.

Si en la sociedad actual los zumos y los batidos se sitúan en el ámbito de lo saludable, el café se considera un elemento de bienestar por parte de los consumidores que lo relacionan con dinamismo. Comenzar el día con una taza de café humeante es inyectarle al cuerpo energía, vitalidad, optimismo. La cafeína, uno de los principios activos de esta bebida energética, es un activador natural que estimula el sistema nervioso central y otros órganos del cuerpo evitando la sensación de fatiga, e incluso de hambre.

Por lo tanto, el consumo de café se encuentra estrechamente relacionado con el placer. Esta afirmación es muy importante si hablamos de alimentación, ya que cómo dijo Francisco Grande Covián, Presidente Fundador de la Fundación Española de la Nutrición (FEN) “sólo comeremos lo que debemos cuando nos guste”. Por tanto, incluir en nuestra alimentación de manera razonable e inteligente productos que aporten placer puede ayudar a conseguir una dieta equilibrada, ya que contribuirá a realizar un consumo más variado de alimentos.

La cafeína es un alcaloide que penetra con facilidad en todas las células del organismo y la evidencia científica nos dice que estimula la transmisión de los impulsos entre las neuronas. De forma general, una cantidad diaria de cafeína inferior a 300 miligramos (2-3 tazas de café), tonifica al organismo, alivia la fatiga, retrasa el cansancio y favorece las funciones intelectuales, aunque, como todo en alimentación y nutrición, el abuso no es conveniente.

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