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Café, tolerabilidad y tolerancia.

Dr. Mariano de la Figuera von Wichmann. Médico de Familia en el Centro de Asistencia Primaria La Mina de San Adrián del Besós (Barcelona).

En este mismo número se analizan los diferentes componentes del café, como bebida natural, así como algunas de las principales características donde radican sus efectos beneficiosos. Con las evidencias disponibles puede afirmarse que, en general, el consumo moderado de café es beneficioso para la salud. Ahora bien, también es cierto que algunas personas mantienen una posición más crítica hacia el café que otras, y que, en mi opinión, podría deberse a una peor tolerabilidad o una mayor sensibilidad a la cafeína.

La cafeína, el componente más conocido del café y, probablemente, el mejor estudiado, es un alcaloide estimulante del sistema nervioso central. Determinadas personas conocedoras de esta característica consumen café a la espera de sus efectos sobre la capacidad de atención o la mejora del rendimiento físico. Otras manifiestan un cierto estado de nerviosismo, en algunas ocasiones con la percepción de que su frecuencia cardíaca aumenta. Si bien son efectos transitorios, en determinados casos no son bien tolerados. En otros, la ingesta de café a partir de una determinada hora de la tarde y especialmente tras la cena produce insomnio de conciliación que puede resultar incómodo.

Un efecto bien conocido de la cafeína es el aumento de la diuresis que, por lo general, se observa con dosis próximas a los 300 mg equivalentes a la ingesta aguda de más de tres tazas de café, es decir más de tres tazas de una sola vez, algo muy poco usual. Se estima que la prevalencia real de los sujetos más sensibles al efecto estimulante y diurético de la cafeína es baja, si bien no hay estudios bien diseñados para poder cifrarla. En todas estas situaciones, la recomendación más extendida es la ingesta de café descafeinado que evita dichos efectos no deseados y, por otra parte, mantiene el resto de sus propiedades, como su efecto antioxidante.

Un buen ejemplo de la excelente tolerabilidad del consumo moderado de café es que, en determinadas patologías del sistema cardiovascular, como la hipertensión arterial o la enfermedad coronaria, la recomendación es reducir el consumo de café, no su prohibición(1,2). Asimismo, en algunos casos de enfermedades taquicardizantes, como el hipertiroidismo, las taquiarritmias o en estados de ansiedad o insomnio, también puede consumirse café descafeinado. Sobre los posibles efectos adversos sobre el aparato digestivo, como la dispepsia o la pirosis, éstos se minimizan cuando el consumo se realiza al final de la comida al igual que con el café descafeinado. Si los efectos persisten, en determina dos casos deberá iniciarse un proceso diagnóstico ante la posible existencia de patología del tracto digestivo superior.

Un aspecto que suscita cierta confusión es si el consumo de café debe considerarse dentro del grupo de las adicciones. Es cierto que los grandes consumidores de café y otras bebidas ricas en cafeína pueden experimentar cefalea o somnolencia si suprimen de forma brusca y radical su consumo, situación que se evita con la reducción gradual de la ingesta. En ese sentido, sí puede existir un cierto grado de tolerancia a la cafeína. Pero ni las agencias reguladoras establecen límites al consumo de café ni la propia OMS(3) considera el café dentro de las categoría de las adicciones por la ausencia de consecuencias negativas sociales, físicas o psicológicas. El consumo moderado de café es un buen hábito, no una adicción.

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Referencias.
1. Noordzij M, Uiterwaal C, Arends LR, Kok FJ, Grobbee DE, Geleijnse JM. Blood pressure response to chronic intake of coffee and caffeine: a meta-analysis of randomized controlled trials. J Hypertens 2005; 23:9218
2. Kleemola P, Jousilahti P, Pietinen P, Vartiainen E, Tuomilehto J. Coffee consumption and the risk of coronary heart disease and death. Arch Intern Med 2000;160:3393-400
3. World Health Organisation (WHO). The ICD-10 classification of mental and behavioral disorders. World Health Organisation: Geneva, 1994.

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