Mecanismos de acción

Los investigadores todavía no han conseguido establecer un mecanismo explicativo de la relación entre consumo de café, de café descafeinado o de té, con la reducción en el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

¿Qué papel tiene de la cafeína?

El café y el té son las principales fuentes de cafeína en la dieta de la mayoría de los países. Por ello, es difícil analizar por separado el efecto de la cafeína procedente del café o del té. Sin embargo, dado que se ha observado que el café descafeinado tiene un efecto similar al del café normal con respecto a la diabetes tipo 2, no parece probable que la cafeína sea la responsable de la relación inversa de esta bebida con el desarrollo de la diabetes tipo 2.

Paradójicamente, la ingesta de dosis muy altas de cafeína produce intolerancia e insensibilidad a la insulina, mientras que la ingesta habitual de cafeína tiene un efecto mínimo sobre el metabolismo de la glucosa (23). En un estudio cuyo objetivo era el de analizar los efectos de la cafeína en mujeres, con y sin diabetes gestacional, la cafeína no afectó los niveles de glucosa e insulina de las mujeres sin diabetes gestacional. Sin embargo, las mujeres con diabetes gestacional vieron su sensibilidad a la insulina disminuida con la ingesta de cafeína (24).

Otros compuestos presentes en el café

Otros compuestos presentes en el café, y en particular los antioxidantes como el ácido clorogénico y la trigonelina, reducen los niveles de glucosa e insulina a los 15 minutos de su consumo evaluados según la prueba de tolerancia a la glucosa oral (PTGO). El café soluble descafeinado no provocó ningún efecto en esta prueba (25). Estas observaciones concuerdan con los datos obtenidos en un estudio realizado en Francia, en el que se indica que la relación es especialmente intensa en el caso del café consumido en la comida de mediodía (9).

El café también podría inhibir parcialmente la hiperglicemia postprandial y prevenir con ello la aparición de la diabetes tipo 2 (26). Según un estudio trasversal multiétnico realizado sobre 954 adultos no diabéticos, el consumo de café (con cafeína) se relaciona con una mejora en la sensibilidad a la insulina, mientras que el café descafeinado mejora la funcionalidad de las células beta pancreáticas (27).

Efectos sobre la inflamación subclínica – una nueva hipótesis

En un estudio realizado en Finlandia, en el que se aumentó progresivamente el consumo de café en voluntarios obesos como parte de un ensayo intervencional de medio plazo (en el primer mes los participantes no tomaron café, en el segundo tomaron 4 tazas diarias, y en el tercer mes fueron 8 tazas al día), no se observaron efectos sobre los niveles de la prueba PTGO. El café pareció, sin embargo, tener efectos positivos sobre ciertos marcadores de inflamación subclínica que se consideran factores de riesgo para el desarrollo de la diabetes tipo 2 (28).

En un estudio realizado en Grecia, en el que se controlaron los biomarcadores de inflamación y estrés oxidativo, se sugería que la relación inversa entre el consumo habitual de café y la diabetes se debía a la influencia del café sobre los niveles de amiloide A sérica (una lipoproteína que puede estar relacionada con la inflamación crónica del cuerpo) (21).

Dado el elevado contenido en antioxidantes del café, puede considerarse a esta bebida como un importante contribuyente a la capacidad antioxidante total de la dieta que es fundamental para reducir el estrés oxidativo en el organismo. El estrés oxidativo puede crear condiciones favorables para el desarrollo de la diabetes tipo 2 (29,30) aunque está hipótesis aún no ha podido ser verificada.

Otras áreas de investigación

Al estudiar otros posibles mecanismos de actuación, un estudio holandés descartó que el magnesio, el potasio, la cafeína o la presión arterial intervengan de alguna manera en la relación del café y el té con la diabetes tipo 2 (8).

En un estudio japonés se indica que los factores psicológicos, como el estrés mental percibido en los hombres o el patrón de conducta tipo A en las mujeres, podrían influir en dicha relación (31). Es interesante destacar que en otras investigaciones se sugiere que el consumo de café se relaciona inversamente con la aparición de síntomas depresivos en grupos de pacientes con diabetes tipo 2. Los autores creen que este efecto puede deberse a la actuación conjunta de la cafeína con otros compuestos biológicos presentes en el café (32).

En un estudio de casos y controles realizado en EE UU se estableció una correlación entre el consumo de café y los niveles de globulina fijadora de hormonas sexuales (SHBG), que modula directamente la señalización celular de hormonas sexuales que, a su vez, juegan un papel clave en el desarrollo de la diabetes tipo 1. Esta relación no se observó para el café descafeinado o el té (33).

En 2011, un grupo de investigadores en Harvard realizó un ensayo aleatorio controlado sobre los efectos del café (con cafeína) y del café descafeinado sobre los marcadores de riesgo biológico de la diabetes tipo 2. Se comparó a participantes que consumieron 5 tazas al día de café soluble con cafeína, 5 tazas de descafeinado, o que no consumieron café durante un periodo de 8 semanas. Al comparar con los no consumidores de café, el consumo de café (con cafeína) aumentó las concentraciones de adiponectina e interleuquina-6, lo que refleja posibles efectos antiinflamatorios y de mejora de la sensibilidad a la insulina, mientras que el café descafeinado disminuyó la concentración de fetuina-A, un biomarcador de la inflamación y de la función hepática. No se observaron diferencias significativas entre los grupos tratados con respecto a sus indicadores de tolerancia a la glucosa, secreción y sensibilidad a la insulina. Los autores concluyeron que la mejora del funcionamiento de los adipocitos y la función hepática, derivadas de los niveles de adiponectina y fetuina-A, pueden contribuir al mejor funcionamiento metabólico del cuerpo que se observa con el consumo habitual del café (34).

El consumo de café se ha relacionado con un menor riesgo de sufrir diabetes tipo 2 en individuos con niveles elevados de gamma-glutamiltransferasa (GGT). En un estudio realizado en 2012 sobre una población japonesa se analizaba la relación entre café y, tanto la tolerancia a la glucosa como cambios en los niveles de GGT en sangre. Los autores establecieron que beber café tiene un efecto protector frente al desarrollo de intolerancia a la glucosa. Además, sugieren que también modifica los niveles de GGT en sangre, lo que influye en el efecto protector que en conjunto el café ofrece frente a la diabetes tipo 2, y que debe por tanto ser sometido a investigaciones adicionales (35).

Actualizado a 06/04/2017.