Leyendas

Los orígenes remotos del café permiten relatar su historia casi en forma de leyenda. De hecho son varias las historias surgidas para situar los orígenes de esta bebida, desde relatos religiosos, hasta explicaciones totalmente paganas, todas con el denominador común de describir cualidades extraordinarias del fruto del cafeto.

Los que atribuyen su origen al Arcángel San Gabriel, cuentan cómo éste fue quién entregó a Mahoma la primera taza de café en recompensa a sus piadosas vigilias. Aquella taza de café se llamó “qahwa” (vigorizante) en honor a la Piedra Negra de la Kaaba en La Meca y que significa fuerza, vigor, excitante y energético.

Desde una perspectiva más terrenal, una leyenda sobre las cabras datada sobre el 850 cuenta cómo un joven pastor yemaní, llamado Kaldi, observó que su rebaño se comportaba de una forma distinta, brincando y saltando enérgicamente, al ingerir los frutos rojos de un arbusto desconocido. El joven Kaldi relata este extraño comportamiento al superior religioso de un convento cercano al lugar de pastoreo quien, tras hervir las bayas y probar la bebida, la encuentra de un sabor extremadamente desagradable. El prior echa al fuego el resto de la bebida y granos, que al empezar a tostarse despiden un agradable aroma. La infusión preparada a partir de los granos tostados es distribuida a los monjes que la encuentran muy palatable.

Estas y otras leyendas protagonizadas por curanderos, viajantes o santones, siempre árabes, han pretendido explicar el descubrimiento del café. Aunque no se puede demostrar la veracidad de las historias, hay consenso en atribuir el origen arábico del cafeto y de su fruto.